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Título: El Padre
Recorro su cabecita en mis manos membranosas.
Lo sé, en poco tiempo mi piel se cubriría de escamas y tendría que ocultarme de la vista de la gente.
Y empezaría a salirme una cola larga de reptil al final de la columna vertebral que me causaría fuertes dolores. Mi piel se volvería verdosa, la lengua bífida y, finalmente, me saldrían las branquias.
Entonces, tendría que huir al Mar.
Pero debía ser sigiloso.
Él también sufriría ésta maldición familiar.
Lo más horrendo del caso es que en la escuela le dijeran:
— ¡Mira, ése es el hijo del Monstruo!
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