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 LOS ROMANCES DEL QUIJOTE 

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Vivía solo. Sólo tenía la compañía de sus viejos libros y de sus poemas.

Un día apareció una bella muchacha gitana, montada en una bicicleta.

— ¡Vienes motorizada! — Bromeó.

En Nada se quedó su instinto de joven seductor. Era pobre y viejo. La salud no le andaba muy bien.

Recordó al ladrón de bicicletas.

Y anheló su perdida juventud.

— ¿Podrías darme 4€ para tabaco? — preguntó ella.

— Sólo tengo ésto. Te dará para una barra de pan.

Y le entregó unos 90 céntimos.

— ¡Gracias! — sonrió, y se fue.

— ¡Voy más tieso que el sobaco de un mono! —reflexionó.

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