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El Graffiti de Adán
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Cuenta el Talmud, página 2227, parágrafo 82...
Que estando Adán en el Paraíso, probó de un ciruelo, vamos algo
parecido a una pera... ¡Sabe Dios!
El hecho es que se acercaba Eva, y a Adán le entró un apretón y se ocultó por vergüenza en una cueva donde se despachó como pudo sin darse cuenta de que no habían ni hojas ni piedras.
Cuando Adán salió de la Cueva, se apoyó en la pared de esta, dejando la marca de su mano.
— Qué bonito.—dijo la inocente Eva.—¿Me enseñas?
Desde entonces, Adán y Eva no dejaron de comer frutillas...
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